El veterano “Checho” Ibarra le dio otro triunfo al Aurich. Chiclayanos vencieron a “santos” y están segundos


Le dicen prehistórico, pero su tendencia de picapiedra es una versión moderna del Bam Bam Zamorano, y con ese oportunismo supo con sus goles inéditos matar de risa a todo un país futbolero.

El Checho Ibarra no necesita tener buen perfil para colocar la pelota en un ángulo imposible, tampoco requiere de un centro perfecto para inflar las redes. Lo que este goleador utiliza es su olfato y esa intuición de cazador furtivo de balones -como lleguen- porque con cualquier parte del cuerpo empuja la pelota en arco contrario.

Lleva más de doscientos goles y todos son diferentes uno del otro. Lo llaman viejo, pero lleva 36 recién cumplidos, y en Chiclayo son testigos de su capacidad goleadora, porque él es como el diablo, que sabe más por viejo, que por diablo.

Y esa diablura para hacer goles la dejó notar cuando a los 22' del primer tiempo se dio maña para colarse en la defensa de San Martín y recibir un centro tras un tiro libre que no venía nada perfecto, pero como el Checho es el Checho, puso la cabeza a media altura y corrió a celebrar el 1-0.

Lo que hicieron luego los pupilos de Navarro fue mantener el dominio del partido, haciendo caer en su juego a los santos. Si bien Candelo no es el mismo creativo y lujoso de la U, su presencia contagia y así hace jugar a su paisano Chará.

El segundo tiempo tuvo otra historia. Hubo un apagón en el estadio que pudo enfriar los planes, pero pasaron menos de diez minutos y las torres de iluminación volvieron a funcionar.

Con otra visión, San Martín salió a buscar el empate. Jugó más en campo local. Pero la defensa capitaneada por Cuto, apoyado en Marengo, dejaba a Erick Delgado con menos trabajo.

Los santos no jugaron como contra River Plate porque presentaron un once parchado. Silva, la esperanza de gol alba, se fue a las duchas por agredir a Calín La Rosa.

Disminuidos los santos, la opción de empate era remota, ventaja que Aurich no aprovechó teniendo un jugador más, porque ni Ascoy tuvo esa solvencia para definir, ni Marengo tranquilidad para evitar una expulsión, que ni el árbitro Carrillo sabría explicar. Pero es el Checho, quien tiene más de una razón para justificar la victoria del Ciclón.

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